viernes, 27 de octubre de 2017

¿Qué celebramos estos días?


La celebración de 'Halloween' mezcla tradición laica y religiosa entre la noche del 31 de octubre y el día de Todos los Santos, el 1 de noviembre. Aunque esta fiesta es de origen celta, es en Estados Unidos donde más se ha popularizado debido, en parte, a la gran migración de población irlandesa durante el siglo XIX. 
Aunque en la actualidad las costumbres norteamericanas relativas a esta festividad se han extendido por todo el mundo algunas costumbres ancestrales alrededor de esta fiesta perviven en Aragón con sus personajes, cuentos y ritos propios.

Pero no todo es importado en esta celebración. En la localidad oscense de Radiquero cientos de personas celebran en la plaza Mayor del pueblo la Noche de las Ánimas de la mano de la asociación cultural O Coronazo para revindicar las costumbres ancestrales de la zona frente a los elementos de la tradición norteamericana de Halloween.



Personas de ritos mortuorios como ‘almetas’ y ‘totones’ 'reaparecen' durante esta festividad en el municipio, donde también es costumbre vaciar calabazas, esculpirlas con forma de cara e iluminarlas con velas en su interior. Los orígenes de esta tradición se pierden en el tiempo. Otra diferencia es la variedad de las calabazas. En Radiquero son verdes, con forma alargada y su significado es distinto. Los vegetales iluminados no sirven para caracterizar a un muerto -Jack el Tacaño-, como ocurre en los países anglosajones, sino que se emplean para guiar a las almas en su camino hacia la muerte. Se colocan de camino al cementerio para iluminar el regreso de las ‘almetas ’ y ‘totones’ al otro mundo.



Trasmoz es otra de las localidad que conserva la tradición de las calabazas iluminadas, según recoge la publicación 'Identidad Aragonesa' del Gobierno de Aragón. En este pueblo del Moncayo también se mantiene la tradición de las calabazas iluminadas. “Se va en procesión con ellas hasta el cementerio, mientras se cantan unos peculiares 'Gozos para las ánimas benditas'. Los vecinos procuran portar una calabaza con su correspondiente vela por difunto, porque se cree que si una de las almas se queda esa noche sin luz puede perseguirles de por vida”.


Una leyenda popular cuenta al respecto que en una ocasión, en una de esas procesiones, una mujer sintió que alguien le seguía y al girarse vio a su difunto marido. “El hombre echó en cara a su viuda el que no le hubiera puesto una vela, condenándole a vagar por la oscuridad de las tinieblas”, detalla la publicación.